jueves, 10 de octubre de 2013

Úrsula K. Le Guin, o la maravillosa dualidad

(COLUMNA 2, publicada 15-08-2013)

Si se considera que la Ciencia Ficción nació de mujer, que Mary Shelley es su madre, entonces puede decirse que la CF moderna es hija de Úrsula K. Le Guin.
Es imposible pensar el género en nuestros días sin el aporte hecho por ella.
Úrsula Kroeber Le Guin nació en Berkeley, California, en 1929. Su padre fue el eminente antropólogo y étnologo Alfred Kroeber y su madre la escritora feminista Theodora Kroeber.
Desde chica se educó en una atmósfera de interés académico por los mitos y leyendas de todos los pueblos de la tierra, y su interés por la literatura fue temprano. A los 11 años envió su primer relato a una revista; no se lo aceptaron, pero eso no la desanimó de continuar escribiendo.
Estudió en la Escuela Radcliffe de la Universidad de Harvard, y tras finalizar su curso de postgrado en la Universidad de Columbia, obtuvo una beca para estudiar en Francia; allí  conoció al que se convertiría en su marido, el historiador Charles Le Guin. Se casaron en 1953.
Desde 1958 vive en Portland, Oregón, donde dio a luz a sus tres hijos.
Su formación se evidencia en su escritura, donde la sensibilidad y el entendimiento con el que aborda los temas se aúna a la belleza de su lenguaje y a su solvencia literaria.
Lo que elige contar y su modo de hacerlo la convirtieron en una de las voces más poderosas de la new wave.
Ha publicado seis libros de poesía, veinte novelas y más de un centenar de relatos, cuatro colecciones de ensayos, once libros para chicos y algunas traducciones (entre las que destaca el "Tao Te Ching" de Lao Tse y una selección de poemas de Gabriela Mistral).
En el 2003 fue galardonada como "Gran Maestre" de la SFWA (Science Fiction and Fantasy Writers of America).
Es la primera mujer en obtener esta distinción.

En “Más vasto que los imperios y más lento”, Vaster Than Empires and More Slow (historia corta, 1971, nominada al Premio Hugo), inspirada en los versos del poema de Andrew Marvel, A his Coy Mistress ("Mi amor vegetal iría creciendo / Más vasto que los imperios, y más lento") narra una situación de primer contacto con un ser vegetal y masivo. Sin embargo esto es una excusa para hablar de empatía, de comunicación y del modo en que percibimos al otro. Olsen, un émpata que forma parte de la tripulación, es capaz de percibir de forma muy clara e intensa los sentimientos de los que lo rodean, y reacciona ante ellos de la misma forma, y lo primero que percibe al llegar al planeta es una sensación muy intensa de miedo.

En “El nombre del mundo es Bosque”, The Word of World Is Forest (novela corta, 1972, ganadora del Premio Hugo) traza una dolorosa metáfora acerca de la guerra de Vietnam. Nueva Tahití es un planeta cubierto de bosque en el que los humanos explotan a los crichis (habitantes locales) para la exportación de madera. Debido a su facilidad para el sueño lúcido y a que tienen un ciclo de sueño diferente, los humanos creen que los nativos nunca duermen y que son estúpidos. En realidad, los athstianos distinguen entre un tiempo-mundo y un tiempo-sueño interrelacionados (lo que los humanos llamarían realidad y sueño independientes), una interrelación que está en la base de su organización social, caracterizada a su vez por una inclinación a la no violencia y un desarrollo cultural propio de una cultura neolítica. Debido al clima de violencia, devastación y sometimiento propios de una ocupación colonial uno de los nativos (Selver) desarrolla, tanto en el tiempo-sueño como en el tiempo-mundo, una insólita inclinación a la violencia, y contagia esa inclinación al resto de la población originaria de la isla.
En “Los desposeídos”, The Dispossessed: an ambiguous utopia (novela, 1974, ganadora de los premios Nebula y Hugo, también del Hall of Fame del Prometheus Award), explora algunos aspectos de la hipótesis de Sapir-Whorf sobre las relaciones semánticas del lenguaje y los conceptos básicos del mundo. A través de la modificación de su lenguaje, los anarquistas de Anarres, que desaprueban el uso de determinadas categorías gramaticales como el uso del posesivo (por ejemplo, los niños aprenden a hablar del pañuelo "que yo uso" en vez de "mi" pañuelo, pañuelo que "comparto contigo" en vez de "prestártelo",... siendo la idea que las personas llevan y utilizan cosas en vez de poseerlas), crean un lenguaje artificial que refleja muchos aspectos de los fundamentos filosóficos de una utopía anarquista. Esta novela es considerada una excelente descripción de los mecanismos que permitirían desarrollar una sociedad anarquista, pero también de los peligros de la centralización y la burocracia, peligros que fácilmente desplazan a la ideología revolucionaria e impiden su desarrollo.

Sin embargo, una de sus obras más notables es “La mano izquierda de la oscuridad”,  The Left Hand of Darkness (novela, 1969, ganadora de los premios Nebula y Hugo), donde habla con admirable sensibilidad y lucidez acerca de solidaridad, nacionalismo, amor, intolerancia e incomprensión; en definitiva, acerca de la dificultad para entender y acercarse a lo diferente, y lo hace abordando el tema de la identidad y los roles sociales  determinados por el género sexual. Para ello se vale de un  mundo, Gueden (llamado “Invierno” por los extranjeros), cuyos habitantes son andróginos, biológicamente humanos bisexuales; durante aproximadamente tres semanas del mes son biológicamente neutros y en la semana restante entran en kemmer (lo que asemejaría a un estado de celo) convirtiéndose en machos o hembras, según la influencia feromonal de su compañero sexual. Nadie sabe que sexo le tocará. Así, un individuo puede tanto ser el “padre de la sangre” (el que engendra) o “padre de la carne” (el que da a luz), hecho que se da aun en las parejas estables.
La descripción de estos seres y sus costumbres, y su reacción ante la existencia de personas unisexuadas como Genly Ai, el humano enviado por el Ekumen para conseguir que el planeta se una a la liga de los mundos, es apasionante.
El momento en que Estraven (antes consejero real, ahora caído en el exilio) se entera de que Genly ha sido llevado a una granja de confinamiento (semejante al Gulag) y comienza a arbitrar los medios para ir a rescatarlo poniendo en juego todo lo que le queda, incluso su vida, esto viene de la simple comprensión de una verdad: él no va a sobrevivir allí; esto no representa la toma de una decisión sino la manifestación final de una decisión tomada mucho tiempo atrás, cuando se comprometió a ayudarlo en su misión; nunca dejó de honrar ese compromiso. Porque sabe que hay cosas que están por encima de las diferencias aparentes y que tienen que ver con una compresión y una finalidad común.
Le Guin desarrolló esta idea por un deseo de explorar qué era lo fundamental que quedaba de la naturaleza humana cuando el sexo biológico dejaba de ser una constante, y cómo se desarrollaba una cultura donde el conflicto sexual no desempeña ningún papel.
Le Guin postula que sería una cultura sin historial de guerra (al faltar un profundo sentido de la dualidad implícito en las marcadas divisiones de sexo, el sentido del “nosotros contra ellos” se vería muy mitigado por la intuitiva comprensión de que no hay verdadera diferencia), pero se generaría una sociedad fuertemente marcada por la noción de  intriga (una forma de violencia más “femenina”) que influye de modo decisivo en los destinos del planeta.
La mano izquierda de la oscuridad es una gran novela de aventuras, una singular pieza de reflexión literaria y un hito significativo en la creciente sofisticación del tratamiento del sexo en la ciencia ficción que se desarrolló en los años 1970.
Sus personajes poseen extraordinaria carnadura, es inevitable identificarse con ellos, de una manera u otra compartir su sensación de maravilla, su frustración, su dolor; por la misma razón es inevitable hacernos las mismas preguntas.
Experimentar una cultura tan diferente a aquella de la que proviene, fuerza a Genly a analizar los roles presentes en su propia sociedad, roles mayormente determinados por el género sexual, roles que él jamás se había cuestionado, junto con su propia tendencia inconsciente a considerar al otro en razón de su género.
Durante su increíble viaje a través del hilo, Estraven pregunta respecto de la convivencia entre hombres y mujeres, sobre sus diferencias, “¿Son como especies distintas?”, y Genly responde “No. Sí. No, por supuesto que no, no realmente”; explica algunas particularidades, pero al final concluye “En cierto sentido las mujeres son para mí más extrañas que tú. Contigo comparto un sexo al menos”.

Quizás, de algún modo, estamos destinados a permanecer por siempre extraños a los ojos de los otros, pero la riqueza está en valorar la diversidad y en comprender que ningún individuo debería sufrir la mutilación de su identidad o sus características en pos de ser aceptado por los otros. 

2 comentarios:

  1. Algo interesante es que sólo a partir de Las tumbas de Atuán, UKL empezó a narrar algunas de sus historias desde el punto de vista de una mujer. La voz de las historias anteriores, si no me equivoco, había sido siempre masculina.
    Una dualidad que dice mucho de las cadenas que imponía el género hasta ese momento. Me parece mucho más notable que haya podido redefinir el rol de la mujer desde la mirada del protagonista varón.

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  2. Sí, tenés razón, Ariel. Es interesante cuántas de esas limitaciones están presentes en nosotras mismas, cuánto nos cuesta a veces narrar en femenino. Y lo otro es lo más difícil de hacer, es la marca de la mejor literatura: construir los personajes realmente, por fuera de los estereotipos.

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