Si se considera que la Ciencia Ficción nació de mujer,
que Mary Shelley es su madre, entonces puede decirse que la CF moderna es hija de Úrsula K.
Le Guin.
Es imposible pensar el género en
nuestros días sin el aporte hecho por ella.
Úrsula Kroeber
Le Guin nació en Berkeley, California, en 1929. Su padre fue el eminente antropólogo
y étnologo Alfred Kroeber y su madre la escritora feminista Theodora Kroeber.
Desde chica se educó
en una atmósfera de interés académico por los mitos y leyendas de todos los
pueblos de la tierra, y su interés por la literatura fue temprano. A los 11
años envió su primer relato a una revista; no se lo aceptaron, pero eso no la
desanimó de continuar escribiendo.
Estudió en la Escuela Radcliffe
de la Universidad
de Harvard, y tras finalizar su curso de postgrado en la Universidad de
Columbia, obtuvo una beca para estudiar en Francia; allí conoció al que se convertiría en su marido, el
historiador Charles Le Guin. Se casaron en 1953.
Desde 1958 vive
en Portland, Oregón, donde dio a luz a sus tres hijos.
Su formación se
evidencia en su escritura, donde la sensibilidad y el entendimiento con el que
aborda los temas se aúna a la belleza de su lenguaje y a su solvencia
literaria.
Lo que elige
contar y su modo de hacerlo la convirtieron en una de las voces más poderosas
de la new wave.
Ha publicado
seis libros de poesía, veinte novelas y más de un centenar de relatos, cuatro
colecciones de ensayos, once libros para chicos y algunas traducciones (entre
las que destaca el "Tao Te Ching" de Lao Tse y una selección de
poemas de Gabriela Mistral).
En el 2003 fue
galardonada como "Gran Maestre" de la SFWA (Science Fiction and Fantasy
Writers of America).
Es la primera mujer
en obtener esta distinción.
En “Más vasto
que los imperios y más lento”, Vaster Than Empires and More Slow (historia
corta, 1971, nominada al Premio Hugo), inspirada en los versos del
poema de Andrew Marvel, A his Coy Mistress ("Mi amor vegetal iría
creciendo / Más vasto que los imperios, y más lento") narra
una situación de primer contacto con un ser vegetal y masivo. Sin embargo esto
es una excusa para hablar de empatía, de comunicación y del modo en que
percibimos al otro. Olsen, un émpata que forma parte de la tripulación, es
capaz de percibir de forma muy clara e intensa los sentimientos de los que lo
rodean, y reacciona ante ellos de la misma forma, y lo primero que percibe al
llegar al planeta es una sensación muy intensa de miedo.
En “El nombre
del mundo es Bosque”, The Word of World Is Forest (novela corta, 1972, ganadora del
Premio Hugo) traza una dolorosa metáfora acerca de la guerra de Vietnam. Nueva
Tahití es un planeta cubierto de bosque en el que los humanos explotan a
los crichis (habitantes locales) para la exportación de madera. Debido a
su facilidad para el sueño lúcido y a
que tienen un ciclo de sueño diferente, los humanos creen que los nativos nunca
duermen y que son estúpidos. En realidad, los athstianos distinguen entre un tiempo-mundo
y un tiempo-sueño interrelacionados (lo que los humanos llamarían
realidad y sueño independientes), una interrelación que está en la base de su organización
social, caracterizada a su vez por una inclinación a la no violencia y un desarrollo
cultural propio de una cultura neolítica. Debido al clima de violencia,
devastación y sometimiento propios de una ocupación colonial uno de los nativos
(Selver) desarrolla, tanto en el tiempo-sueño como en el tiempo-mundo, una
insólita inclinación a la violencia, y contagia esa inclinación al resto de la
población originaria de la isla.
En “Los
desposeídos”, The Dispossessed: an ambiguous utopia (novela, 1974,
ganadora de los premios Nebula y Hugo, también del Hall of Fame del Prometheus
Award), explora algunos aspectos de la hipótesis de Sapir-Whorf sobre las
relaciones semánticas del lenguaje y los conceptos básicos del mundo. A través
de la modificación de su lenguaje, los anarquistas de Anarres, que desaprueban
el uso de determinadas categorías gramaticales como el uso del posesivo (por
ejemplo, los niños aprenden a hablar del pañuelo "que yo uso" en vez
de "mi" pañuelo, pañuelo que "comparto contigo" en vez de
"prestártelo",... siendo la idea que las personas llevan y utilizan
cosas en vez de poseerlas), crean un lenguaje artificial que refleja muchos
aspectos de los fundamentos filosóficos de una utopía anarquista. Esta novela
es considerada una excelente descripción de los mecanismos que permitirían
desarrollar una sociedad anarquista, pero también de los peligros de la
centralización y la burocracia, peligros que fácilmente desplazan a la
ideología revolucionaria e impiden su desarrollo.
Sin embargo, una de sus
obras más notables es “La mano izquierda de la oscuridad”, The Left Hand of Darkness (novela, 1969,
ganadora de los premios Nebula y Hugo), donde habla con admirable sensibilidad
y lucidez acerca de solidaridad, nacionalismo, amor, intolerancia e
incomprensión; en definitiva, acerca de la dificultad para entender y acercarse
a lo diferente, y lo hace abordando el tema de la identidad y los roles
sociales determinados por el género
sexual. Para ello se vale de un mundo,
Gueden (llamado “Invierno” por los extranjeros), cuyos habitantes son
andróginos, biológicamente humanos bisexuales; durante aproximadamente tres
semanas del mes son biológicamente neutros y en la semana restante entran en kemmer
(lo que asemejaría a un estado de celo) convirtiéndose en machos o hembras,
según la influencia feromonal de su compañero sexual. Nadie sabe que sexo le
tocará. Así, un individuo puede tanto ser el “padre de la sangre” (el que
engendra) o “padre de la carne” (el que da a luz), hecho que se da aun en las
parejas estables.
La descripción
de estos seres y sus costumbres, y su reacción ante la existencia de personas
unisexuadas como Genly Ai, el humano enviado por el Ekumen para conseguir que
el planeta se una a la liga de los mundos, es apasionante.
El momento en que Estraven (antes consejero real,
ahora caído en el exilio) se entera de que Genly ha sido llevado a una granja
de confinamiento (semejante al Gulag) y comienza a arbitrar los medios para ir
a rescatarlo poniendo en juego todo lo que le queda, incluso su vida, esto
viene de la simple comprensión de una verdad: él no va a sobrevivir allí; esto
no representa la toma de una decisión sino la manifestación final de una
decisión tomada mucho tiempo atrás, cuando se comprometió a ayudarlo en su
misión; nunca dejó de honrar ese compromiso. Porque sabe que hay cosas que
están por encima de las diferencias aparentes y que tienen que ver con una
compresión y una finalidad común.
Le Guin desarrolló esta idea por un deseo de
explorar qué era lo fundamental que quedaba de la naturaleza humana cuando el
sexo biológico dejaba de ser una constante, y cómo se desarrollaba una cultura
donde el conflicto sexual no desempeña ningún papel.
Le Guin postula
que sería una cultura sin historial de guerra (al faltar un profundo sentido de
la dualidad implícito en las marcadas divisiones de sexo, el sentido del “nosotros
contra ellos” se vería muy mitigado por la intuitiva comprensión de que no hay
verdadera diferencia), pero se generaría una sociedad fuertemente marcada por
la noción de intriga (una forma de
violencia más “femenina”) que influye de modo decisivo en los destinos del
planeta.
La mano izquierda de la oscuridad es una gran novela de aventuras, una
singular pieza de reflexión literaria y un hito significativo en la
creciente sofisticación del tratamiento del sexo en la ciencia ficción que se
desarrolló en los años 1970.
Sus personajes poseen extraordinaria carnadura,
es inevitable identificarse con ellos, de una manera u otra compartir su
sensación de maravilla, su frustración, su dolor; por la misma razón es
inevitable hacernos las mismas preguntas.
Experimentar una cultura tan diferente a aquella
de la que proviene, fuerza a Genly a analizar los roles presentes en su propia
sociedad, roles mayormente determinados por el género sexual, roles que él
jamás se había cuestionado, junto con su propia tendencia inconsciente a
considerar al otro en razón de su género.
Durante su increíble viaje a través del hilo, Estraven
pregunta respecto de la convivencia entre hombres y mujeres, sobre sus
diferencias, “¿Son como especies distintas?”, y Genly responde “No. Sí. No, por
supuesto que no, no realmente”; explica algunas particularidades, pero al final
concluye “En cierto sentido las mujeres son para mí más extrañas que tú.
Contigo comparto un sexo al menos”.
Quizás, de algún modo, estamos destinados a
permanecer por siempre extraños a los ojos de los otros, pero la riqueza está
en valorar la diversidad y en comprender que ningún individuo debería sufrir la
mutilación de su identidad o sus características en pos de ser aceptado por los
otros.
Algo interesante es que sólo a partir de Las tumbas de Atuán, UKL empezó a narrar algunas de sus historias desde el punto de vista de una mujer. La voz de las historias anteriores, si no me equivoco, había sido siempre masculina.
ResponderEliminarUna dualidad que dice mucho de las cadenas que imponía el género hasta ese momento. Me parece mucho más notable que haya podido redefinir el rol de la mujer desde la mirada del protagonista varón.
Sí, tenés razón, Ariel. Es interesante cuántas de esas limitaciones están presentes en nosotras mismas, cuánto nos cuesta a veces narrar en femenino. Y lo otro es lo más difícil de hacer, es la marca de la mejor literatura: construir los personajes realmente, por fuera de los estereotipos.
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