(Columna 8 : publicada 14-02-2014)
Joanna Russ fue una escritora, académica y activa
feminista estadounidense. Este mes de febrero hubiera cumplido 77 años. Licenciada
en inglés y Master in Fine Arts, enseñó literatura en varias universidades,
alternando la actividad docente con la literatura y las conferencias. Escribió más
de cuarenta cuentos para diversas revistas y antologías de ciencia ficción, y
fue situada por la crítica junto a Disch y Delany como pionera de la New Wave
por su prosa dotada de un lenguaje vivo, enérgico, mordaz y atrevido, además de
su compromiso con el feminismo radical. Fue galardonada con los premios Hugo, Nebula,
Locus y James Tiptree, Jr., entre otros, y fue nombrada miembro del Salón
de la Fama de la Ciencia Ficción y Fantasía en 2013. Además de su
trabajo como escritora de ficción en prosa, Russ también fue dramaturga,
ensayista y autora de obras de no ficción, de crítica literaria y teoría
feminista. Para Russ, que se declaraba feminista socialista, tanto la
ficción como la no ficción eran los modos de participación teórica con el mundo
real. El hombre hembra, quizás su
obra más conocida, puede leerse tanto en calidad de novela como de texto
teórico.
Joanna Russ nació en el Bronx, en Nueva York, en 1937. Desde
muy chica hizo sus propios cuentos, poemas, cómics e ilustraciones, y a menudo
los encuadernaba cosiéndolos a mano. En su último año de la secundaria, fue
seleccionado entre los diez ganadores
del Westinghouse Science Talent Search. Comenzó a hacerse notar en el
mundo de la ciencia ficción en la década de 1960, en particular por su libro Picnic en el Paraíso, que mezcla
elementos de fantasía con ciencia ficción. En ese momento, la CF era un
campo dominado por autores masculinos, escribiendo para un público predominantemente
masculino, pero las mujeres estaban empezando a generar su espacio.
Russ fue una de las autoras más abiertas al desafiar la
dominación masculina en la materia, y es considerada como una de las conductoras de
la ciencia ficción feminista. También fue uno de los primeros grandes autores
de ciencia ficción en tomar la slashficción (ficción centrada en la
atracción interpersonal y las relaciones sexuales entre personajes del mismo
sexo) y sus implicaciones culturales y literarias en serio. Su escritura
se caracteriza por la ira entremezclada con humor e ironía. Algunos de sus
cuentos premiados son: "Almas" (1982), "Cuando cambió"
(1972), "La Segunda Inquisición" (1970), "Hombre pobre, mendigo
Hombre"(1971), "Los Viajes Extraordinarios de Amélie Bertrand" (1979),
y "El Misterio de los Caballeros Young" (1982).
La muerte del caos
(And Chaos Died, 1970) es una novela muy interesante. Comienza describiendo
cómo una nave se estrella en un planeta extraño y qué les sucede a sus
tripulantes al entrar en contactos con los pobladores. Y en el segundo capítulo
la nave vuelve a estrellarse. Ahí uno dice, “un momento…” Y es que en esta
novela todo puede pasar, porque lo primero que le enseñan los pobladores del
planeta al protagonista es que no hay limitaciones para los poderes psi:
telepatía, teleportación… En contraste con la total armonía de este mundo, la
Tierra es un planeta de agudo hacinamiento, donde casi no existe "naturaleza".
Un poderoso estado burocrático y policial supervisa los actos de todos los
ciudadanos, la creatividad y la individualidad son reprimidas y canalizadas en rígidas
formas sociales. Y pasa de todo, en apenas 200 páginas.
En 1975 publicó El
hombre hembra (The Female Man). El primer capítulo dice:
“Nací en una granja en Whileaway. Cuando tenía cinco
años me enviaron a un colegio del Continente Sur (como a todo el mundo) y
cuando cumplí los doce me reuní con mi familia. Mi madre se llamaba Eva y mi
otra madre Alicia; yo soy Janet Evason. A los trece años, aceché y maté un lobo, yo sola, en el Continente
Norte por encima del paralelo cuarenta y ocho, utilizando
solamente un rifle. Llevé a rastras la cabeza y las patas, luego abandoné la cabeza,
y finalmente llegué a casa con una sola pata, prueba suficiente (pensé). He
trabajado en las minas, en la cadena de radio, en una vaquería, en una huerta
y, durante seis semanas, después de haberme roto la pierna, como bibliotecaria.
A los treinta años di a luz a Yuriko Janetson; cuando se lallevaron
al colegio cinco años más tarde (y nunca he visto a una niña
protestar tanto), decidí tomarme algún tiempo libre para 'ver si podía
encontrar la antigua casa de mi familia, ya que ellas se habían trasladado
después de que yo me casara y me instalara cerca de Ciudad Minera, en el
Continente Sur. Pero el lugar estaba irreconocible; nuestras zonas rurales cambian
constantemente. No pude encontrar más que trípodes de señalización
por todas partes, en los campos extrañas cosechas que yo no había visto nunca, y una banda
de niñas itinerantes. Se dirigían al Norte para visitar la estación
polar, y se ofrecieron a prestarme un saco de dormir para pasar la noche, pero
decliné el ofrecimiento y me quedé en casa de la familia residente; a la mañana
siguiente emprendí el regreso a casa. Desde entonces he sido Oficial de Seguridad,
es decir SP (Seguridad y Paz), puesto que llevo desempeñando ya seis años. Mi
puntuación en el Stanford- Binet (según vuestros términos) es deciento ochenta
y siete, la de mi mujer, doscientos tres y la de mi hija, ciento noventa y
tres. Yuki supera todos los récords en las pruebas verbales. He supervisado la excavación
de zanjas cortafuegos, he actuado como comadrona, y he
ordeñado más vacas de las que desearía que existiesen. Pero Yuki va loca por
los helados. Quiero a mi hija. Quiero a mi familia (somos diecinueve). Quiero a
mi mujer (Vittoria). He tenido cuatro duelos. He matado cuatro veces.”
Ese es todo el primer capítulo. ¡Menos de 400 palabras en
las que se cuenta tanto! Naturalmente, al terminarlo uno se pregunta qué me contará
en todo el resto de la novela... Y lo que cuenta es la historia de cuatro
mujeres que viven en mundos paralelos. Cada vez que una de ellas
intercambia planos de existencia con otra, surgen diferentes observaciones
acerca del rol de cada género, así como un intercambio de nociones acerca de
lo femenino y lo masculino. El "hombre hembra" del
título se refiere a una de las protagonistas, Joanna, quien ha
procurado borrar su identidad femenina para alcanzar el éxito en un mundo
masculino, básicamente el nuestro durante la década de 1970. Por otro lado está
el mundo de Jeannine, una realidad en donde la Gran Depresión de 1929
nunca concluyó y donde la Segunda Guerra Mundial jamás comenzó a causa del
asesinato de Adolf Hitler en 1936. El tercer "plano" pertenece
a Janet; una suerte de sociedad feminista utópica ubicada en un
futuro lejano, donde todos los hombres han muerto a causa de una plaga
genética, y aparentemente también genérica, que se prolongó durante 800 años.
Tras convertirse en verdaderas maestras de la partenogénesis, el lesbianismo se
transforma en un ejemplo de "relación tradicional" que con el tiempo
olvida su pasado clandestino y llega a objetar vívamente cualquier otra
alternativa para el amor. Finalmente, está el mundo de Jael, que es una distopía
en donde hombres y mujeres se encuentran literalmente en guerra. El conflicto
lleva unos cuarenta años de desarrollo, aunque con algunas intermitencias, por
ejemplo, cuando ambos bandos intercambian especímenes con el propósito de
procrear. Esta guerra ha motivado ciertos “ajustes”. Por ejemplo, el bando
de los hombres ha creado una estirpe cosméticamente alterada de caballeros
afeminados con el propósito de satisfacer el deseo creciente de la tropa. Finalmente
Jael les revelará que ella es la artífice de que las cuatro se hayan reunido y
les dice que “son cuatro versiones de la misma mujer”. Lo que desea es que le
ayuden a derrocar la opresión de los hombres en los otros mundos. Janet se
niega, debido al pacifismo del mundo del que ella proviene, pero Jael afirma que
la razón de la ausencia de los hombres en Whileaway no es debido a una plaga,
sino porque las mujeres ganaron la guerra y mataron a todos los hombres en el
pasado de su línea de tiempo.
El hombre hembra fue
aclamada unánimemente por la crítica como un aporte esencial al género.
Aprovecha al máximo la capacidad de la ciencia ficción para presentarnos el
contraste entre el mundo que conocemos (las vida que viven muchas mujeres) y un
mundo alternativo (la vida que podrían llevar en otras condiciones), todo ello,
narrado en un tono poético e intimista.
Aquí se puede leer el libro entero.
Russ decía que la ciencia ficción da algo a sus lectores que
no puede ser fácilmente adquirido en cualquier otro lugar. Sostuvo que la
ciencia debe ser precisa, y la seriedad es una virtud. Insistió en las
cualidades únicas de este género, sosteniendo que la ciencia ficción tenía
mayor flexibilidad en comparación con otras formas de escritura. También
estaba interesada en demostrar las potencialidades únicas de las escritoras de
ciencia ficción. A medida que su carrera entró en su segunda etapa, en la
década de 1980, comenzó a preocuparse por las normas de corrección.
En 1983 publicó el libro Cómo
suprimir la escritura de la mujer (How to Suppress Women's Writing),
que está escrito en el estilo sarcástico e irreverente de una guía que explica
cómo se les impide a las mujeres la producción literaria, no dándoles el reconocimiento
cuando producen este tipo de obras o menospreciado sus
contribuciones. Aunque se centra principalmente en textos escritos en inglés,
Russ también incluye ejemplos de trabajos en otros idiomas y en otros medios de
comunicación, como las pinturas. Citando autores y críticos como Suzy
McKee Charnas, Margaret Cavendish y Vonda McIntyre, el libro
tiene como objetivo describir las fuerzas sociales sistemáticas que impiden el
reconocimiento generalizado de la obra de autoras.
El libro describe once métodos comunes que se utilizan para
ignorar, condenar o despreciar la obra de autoras:
Prohibiciones: Impedir
a las mujeres el acceso a las herramientas básicas para la escritura.
Mala fe: Inconscientemente
crear sistemas sociales que ignoran o devalúan la escritura de las mujeres.
La negación de la autoría:
Negar que una mujer lo escribió.
La contaminación de
la autoría: Argumentar que su arte no es auténtico, no es arte en realidad,
o no debería haber sido realizado.
El doble estándar de
contenido: Reclamar que un conjunto de experiencias se considera más
valioso que otro.
Falsa categorización:
Categorizar incorrectamente artistas mujeres como esposas, madres, hijas,
hermanas, o amantes de los artistas masculinos.
Aislamiento: Crear
la creencia de que se trata de un logro aislado afirmando que sólo un trabajo o
una corta serie de poemas se considera importante.
Anomalización: Afirmar
que la mujer en cuestión es excéntrica o atípica.
Falta de modelos: Reforzar
la dominación de los autores masculinos en los cánones literarios con el fin de
cortar la inspiración de escritoras y modelos a seguir.
Respuestas: Obligar
a las mujeres a negar su identidad femenina con el fin de ser tomadas en serio.
Estética: Popularizar
trabajos estéticos que contienen papeles y caracterizaciones denigrantes de las
mujeres.
Feministas, activistas por los derechos civiles y estudiosos
en general recibieron muy bien el libro. Está especialmente considerado por su
humor y el ingenio con que está escrito, así como por su desmenuzamiento y
novedosa presentación de los problemas de sexismo y el racismo en
los estadios de arte y la escritura.
Aunque Russ era una feminista activa y fue una de las
colaboradoras centrales en la escena de la ciencia ficción feminista a finales
de 1960 y 70, Cómo suprimir la
escritura de la mujer marcó su transición para enfocarse en la crítica
literaria. En la década de los 80, se dedicó a escribir un ensayo titulado
"Utopías Feministas Recientes", que fue publicado más tarde, en 1995,
como parte de su libro Escribir como
una mujer: Ensayos sobre Feminismo y Ciencia Ficción.
Más adelante en su vida publicó poco, en gran parte debido a
un dolor de espalda crónico y el síndrome de fatiga crónica. Falleció el 29 de
abril de 2011.
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